Esta semana es de alegría,
de celebración: YPF no es más una empresa multinacional, es nuestra.
Los representantes del
pueblo votando masivamente la expropiación-nacionalización de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales no sólo volvieron a poner a la Argentina en el camino de
la independencia sino que además le infringieron una nueva derrota al tándem Clarín,
La Nación y Perfil.
Definida la etapa por la
disputa de la agenda, la comunicación y la política del gobierno les volvieron
a ganar, inclusive en su mismo terreno. El spot de Malvinas y la actitud de la
embajadora Alicia Castro (convirtiendo en noticia mundial una simple pregunta)
demostraron cómo se puede quebrar el relato hegemónico por sus mismos Medios.
Pero la batalla cultural,
planteada en términos pacíficos, nos obliga a redoblar los esfuerzos semana a
semana y a profundizar la línea que plantea la presidenta aumentando ideas y
acciones con audacia y creatividad.
Lo reafirmamos una vez más:
la pelea no es contra el tridente mediático, es contra un dispositivo que se
despliega a escala mundial. Lo dijo el Chivo Rossi, lo ratificó Cristina: el enemigo
son las corporaciones, “Cuando el mundo andaba bien, las empresas estaban
alineadas con los intereses de los países. Cuando las empresas se desprendieron
de los intereses de sus países fue finalmente cuando esos países
implosionaron.”
Si las denuncias mediáticas
contra Axel Kicillof renovaron el interés por Carlos Marx, me atrevo a
acercarle a esa cohorte de tilingos la figura de Vladimir Ilyich Lenin que a
principio de siglo pasado denunció lo que Cristina con gran valentía enfrenta,
“la etapa superior del capitalismo.” A finales de los 60 las grandes empresas
petroleras comenzaron a imponer su interés por sobre los Estados Nación, incluido
EEUU; buscando una mayor tasa de ganancia sin importarles el destino de los
países donde tuvieron origen. Eso les permitió a varios Grupos concentrarse y obtener
mayor rentabilidad que la de muchos países del planeta.
La Shell, la British
Petroleum están en ese lote; la multinacional Repsol, con la confiscación vía
parlamentaria que en los 90 hizo de YPF, buscaba ese podio.
Cristina, con una alta
dosis de coraje, la misma con la que encaró la lucha por la Ley de Medios,
quitó de cuajo ese sueño a una empresa sin patria y la puso en línea con el
paradigma nacional. A la inversa del Rey de España o de los ingleses y yanquis
que invaden países en beneficio de las multinacionales, la presidenta refunda
una empresa nacional.
“Estamos en una guerra
económica, en una guerra de la información y gracias a dios no en una guerra
militar” dice hoy el asesor de la OTAN Aymeric Chauprade quien además para
incredulidad del periodista aclara que no ve a la Argentina aislada del mundo;
al contrario cree que “el hecho de que su país (el del periodista) resista la
globalización es algo bueno… Argentina tiene ventajas, cualidades en términos
de educación, de cohesión social como para convertirse en un jugador
importante…” Clarín (Confesión de parte del 6.05.2012).
Néstor Piccone
06/05/2012
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