Cada texto en su
contexto. No hay ninguna acción humana que se justifique fuera del
tiempo que
le toca atravesar.
Una madre, mujer
despechada, un country, un crimen hecho visible impúdicamente a través
de
los Medios. Un modo de conocer la realidad y de intervenir en ella:
condicionados, muy condicionados. Tanto que el resultado puede ser que
como “no
se puede seguir así, matemos a la madre asesina por hija de puta.” Los
medios
habilitan cualquier palabra mientras esté dirigida a la condena de una
persona
que no cuestiona su política pero al mismo tiempo pretenden cargarse
toda
política que intente contradecirlos.
20 años después de
la dictadura, en el apogeo del menemismo, la CTA convocó a un acto
unitario
contra los crímenes del hoy reaparecido dictador Videla. Fueron las
movilizaciones más grandes de repudio, pero, un detalle: habían pasado
20 años.
Un tiempo para que las generaciones contemporáneas pudieran acomodar
masivamente sus ideas. Como consecuencia de estas marchas un grupo de
exiliados
argentinos en España, con Carlos Slepoy a la cabeza decidió iniciar en
el
juzgado de Baltasar Garzón un trámite judicial trascendental para la
memoria y
la verdad. Fue El Proceso al proceso militar.
Impunidad,
individualismo, countries, lo privado llevado al extremo. El paradigma
del
sálvese quien pueda. Delitos sin castigo, indultos a culpables de
crímenes
atroces: violadores, torturadores de bebes, exhibiendo en el privado de
una celda el fruto de sus vientres a madres vejadas, desnudas y
sangrantes,
inermes. El modelo modela y la impunidad retroactiva alimenta nuevas
formas de
crímenes. La cultura de los ´90 comienza a caer 20 años después.
Los medios y la
espectacularización de la noticia. La banalización de la cultura y todo a
favor
del modelo de acumulación económica de las corporaciones por sobre el
Estado y
la gente. Un mundo donde los jóvenes tienen sólo la salida de la
delincuencia o las bandas de música. Mal sexo, droga, rock and roll
y violencia controlada. El modelo modela.
En el año 2003 este
espiral de vacío y anomia comienza a ponerse en cuestión. Néstor
Kirchner,
primero y luego Cristina se hacen cargo del problema cultural. Se puede
volver a pronunciar la palabra Estado, lo colectivo tiene sentido y la
comunicación se pone al servicio de hablar de lo que no se habla. Los
jóvenes
primero dudan, pero luego entienden que algo de la política tiene que
ver
con ellos. La Ley de Medios les devuelve una causa y estas se
multiplican
rápidamente, se politizan, viven: encuentran una salida y esta se
comunica a
través de la política.
Al niño lo mató la
madre y ella confiesa frente a una cámara que impunemente se mete por
una
ventanilla. Los medios no se cuestionan la honestidad; el recato no los
comprende, soberbia en lugar de modestia. La nota vale y el morbo gana.
La
patología gana y sin modelos a su alcance se impone la impunidad de los
medios.
Un reducto que aparece impermeable al modelo que va por el respeto, por
el
cuidado del otro. Un modelo que sanciona los delitos, por eso cada 24 de
marzo,
nuevos jóvenes van a la plaza y los niños que crecen preguntan por el
significante Madre, Abuela, Plaza de Mayo. O nos salvamos juntos o no se
salva
nadie.
Magnetto confundido
ante el cambio cultural se le escapa la tortuga. Neutralizado por la
fuerza de
la agenda política, con el crimen del country busca recrudecer el
relato
más patológico de la sociedad ese que se inició el 24 de marzo de 1976.
Embanderado con el modelo autoritario, monopólico, privatista (donde
ocupa un
lugar central) busca que Cristina clausure la construcción del nuevo
modelo
social, cultural, económico y político. No puede parar la modificación
de
la carta orgánica del Banco Central, que el Parlamento le exija a Macri
su
responsabilidad como gobernante y que la cultura gane con la condena
definitiva
al avenimiento, tras los abusos.
El dispositivo
mediático, aunque permanezca casi intacto, esta semana no pudo con la
realidad
de la comunicación política.
25/03/2012
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