viernes, 18 de mayo de 2012

PATOGÍAS SOCIALES, COMUNICACIÓN Y POLÍTICA

La madre, el genocidio,  los jóvenes  y de cómo Magnetto perdió la agenda.

Cada texto en su contexto. No hay ninguna acción humana que se justifique fuera del tiempo que le toca atravesar.

Una madre, mujer despechada, un country, un crimen hecho visible impúdicamente  a través de los Medios. Un modo de conocer la realidad y de intervenir en ella: condicionados, muy condicionados. Tanto que el resultado puede ser que como “no se puede seguir así, matemos a la madre asesina por hija de puta.” Los medios habilitan cualquier palabra mientras esté dirigida a la condena de una persona  que no cuestiona su política pero al mismo tiempo pretenden cargarse toda política que intente contradecirlos.

20 años después de la dictadura, en el apogeo del menemismo, la CTA convocó a un acto unitario contra los crímenes del hoy reaparecido dictador Videla. Fueron las movilizaciones más grandes de repudio, pero, un detalle: habían pasado 20 años. Un tiempo para que las generaciones contemporáneas pudieran acomodar masivamente sus ideas. Como consecuencia de estas marchas un grupo de exiliados argentinos en España, con  Carlos Slepoy a la cabeza decidió iniciar en el juzgado de Baltasar Garzón un trámite judicial trascendental para la memoria y la verdad. Fue El Proceso al proceso militar.

Impunidad, individualismo, countries, lo privado llevado al extremo. El paradigma del sálvese quien pueda. Delitos sin castigo, indultos a culpables de crímenes atroces: violadores, torturadores de bebes,  exhibiendo en el privado de una celda el fruto de sus vientres a madres vejadas, desnudas y sangrantes, inermes. El modelo modela y la impunidad retroactiva alimenta nuevas formas de crímenes. La cultura de los ´90 comienza a caer 20 años después.

Los medios y la espectacularización de la noticia. La banalización de la cultura y todo a favor del modelo de acumulación económica de las corporaciones por sobre el Estado y la gente. Un mundo donde los jóvenes tienen sólo la salida de la delincuencia  o  las bandas de música. Mal sexo, droga, rock and roll y violencia controlada. El modelo modela.

En el año 2003 este espiral de vacío y anomia comienza a ponerse en cuestión. Néstor Kirchner, primero y luego Cristina se  hacen cargo del problema cultural. Se puede volver a pronunciar la palabra Estado, lo colectivo tiene sentido y la comunicación se pone al servicio de hablar de lo que no se habla. Los jóvenes primero dudan, pero luego entienden  que algo de la política tiene que ver con ellos. La Ley de Medios les devuelve una causa y estas se multiplican rápidamente, se politizan, viven: encuentran una salida y esta se comunica a través de la política.

Al niño lo mató la madre y ella confiesa frente a una cámara que impunemente se mete por una ventanilla. Los medios no se cuestionan la honestidad; el recato no los comprende, soberbia en lugar de modestia. La nota vale y el morbo gana. La patología gana y sin modelos a su alcance se impone la impunidad de los medios. Un reducto que aparece impermeable al modelo que va por el respeto, por el cuidado del otro. Un modelo que sanciona los delitos, por eso cada 24 de marzo, nuevos jóvenes van a la plaza y los niños que crecen preguntan por el significante Madre, Abuela, Plaza de Mayo. O nos salvamos juntos o no se salva nadie.

Magnetto confundido ante el cambio cultural se le escapa la tortuga. Neutralizado por la fuerza de la agenda política,  con el crimen del country busca recrudecer el relato más patológico de la sociedad ese que se inició el 24 de marzo de 1976. Embanderado con el modelo autoritario, monopólico, privatista (donde ocupa un lugar central) busca que Cristina clausure la construcción del nuevo modelo social, cultural, económico y político. No puede parar la modificación de la carta orgánica del Banco Central, que el Parlamento le exija a Macri su responsabilidad como gobernante y que la cultura gane con la condena definitiva al avenimiento, tras los abusos.

El dispositivo mediático, aunque permanezca casi intacto, esta semana no pudo con la realidad de la comunicación política.

25/03/2012

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