viernes, 18 de mayo de 2012

MALVINAS Y EL MOVIMIENTO OBRERO

Cuando el gobierno establece algunos temas como políticas de Estado estas se convierten en agenda. Fue lo que hizo la presidenta Cristina Fernández con Malvinas, como antes lo había hecho con el 24 de marzo, la Ley de Medios o la 125, por nombrar los más significativos.
El dispositivo comunicacional, una pared muchísimo más grande que el gigantesco muro que Roger Waters montó en el Monumental, no pudo evitar el tema. Hasta Alejandro Fantino dejó de jugar con las Putas Vip, suspendió el juicio a Florencia Peña con que se floreó en la semana y convocando a Nicolás Kasanzew hizo un programa sobre los actos heroicos de los soldados en Malvinas.
 Pocos días antes del 2 de abril de 1982, la CGT convocó a un paro general, fue el corolario de una sucesión de movidas que el (siempre dividido) movimiento obrero bajo el liderazgo de Saúl Ubaldini y la Comisión Nacional de los 25 venía realizando desde abril de 1979 contra los planes económicos de la dictadura militar.
La Asociación Ilícita, que invadió Malvinas estaba comandada por Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo, y desde diciembre de 1981 había decidido profundizar (aún más) la dependencia económica ungiendo como ministro de economía a Roberto Alemann.
Lanzada la aventura y cuando se veía que EEUU no iba a sostener el “toco y me voy” propuesto por Galtieri; Robertito Alemann lanzó un plan de emergencia económico que recién se haría realidad en los años 90 de la mano de Carlos Menem. Sin ponerse colorado Alemann quiso aprovechar la efervescencia popular y propuso un paquete económico con desinflación, desregulación y desestatización de la economía con privatizaciones a mansalva.
Los trabajadores ya venían padeciendo congelamiento de salarios y aumento de impuestos y Alemann había decidido quitarle los subsidios a las empresas del Estado. ¡Ojo! Sin atender las desigualdades de ingreso como se intenta hoy en día.
El sueño de Alemann duró poco; la resistencia, que había tenido su epicentro el 30 de marzo iría in crescendo y las movilizaciones mezclarían festejo con bronca. Porque las razones que llevaron a la Huelga General tenían que ver con la situación de los trabajadores, de los argentinos y nadie se confunde aunque algunos pretendieran dar la pelea por la independencia y soberanía mezclado con injusticia social. En la memoria popular las tres banderas van juntas.
El dispositivo mediático, ahora como entonces, está definido por el cerco. Las informaciones en foco ocultan muchas facetas de la realidad. Y, entre otras cosas, niegan la existencia del país profundo.
El 30 de marzo de 1982, además de la multitudinaria marcha a Plaza de Mayo, hubo movilizaciones  y protestas en Tucumán, Rosario, Mar del Plata y Mendoza que dejaron un sindicalista muerto, 300 heridos y 4.500 detenidos.
En la 9 de Julio además de Ubaldini, estaban el metalúrgico Lorenzo Miguel y el camionero Ricardo Perez. Del otro lado y en contra de la marcha estuvo la CGT del plástico Jorge Triacca.
En Mendoza asesinaron a José Benedicto Ortiz, secretario general de la Asociación de Obreros Mineros de Argentina (AOMA), murió cuando se manifestaba pacíficamente frente a la casa de gobierno. El gobernador era el civil Bonifacio Cejuela, integrante del Partido Demócrata.
30 años después y a instancias del legislador kirchnerista Gustavo Arena se le rindió el primer homenaje a Ortiz.
La democratización de la comunicación, como política de Estado es una construcción cultural.
Cristina, tiró al ruedo el tema Malvinas: los intelectuales de Plataforma respondieron con una posición anglofílica o, cuanto menos, funcional a los intereses del imperio y como sucede con la comunicación actual, rizomática en los resultados, también tuvo otras derivaciones más nacionales y populares.
Porque antes del 2 de abril hubo un 30 de marzo obrero, que surgió como respuesta a las políticas de Roberto Alemann, quien como sucede con Mauricio Macri creen que detrás de una carrera de autos o de una causa justa se puede colar el ajuste o la dependencia.
La política como la historia, a pesar del muro, se construyen diariamente y al final los ladrillos caen por el propio peso de la realidad.


 Néstor Piccone

02/04/2012

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