viernes, 18 de mayo de 2012

OBREROS, SIN MOVIMIENTO NI ORGANIZACIÓN

La alianza  dirigida por Magnetto sufre, por estos días, una etapa de aislamiento político. Los referentes parlamentarios de los partidos, al optar  por  una YPF nacional, recuperaron autonomía política con respecto al poder.
 Según admite Eduardo van der Koy, vocero del CEO de Clarín,  con el apoyo a Repsol   “ es posible que por la crisis en España y en la UE y la inestabilidad  en Estados Unidos termine habiendo más ruidos que nueces por la expropiación de YPF.” (Confesión de parte, Clarín 29.04. 2012).
Será por eso que la alianza económico-mediática esta semana insistirá con un tema: el caso Boldt-Clarín contra Ciccone. Nos queda la duda si el magnettismo  se atreverá a enfrentar la incursión de Cristobal Lopez en los Medios,  habida cuenta de su necesidad de negar la existencia de la LSCA.
Pero Cristóbal Lopez (quien para su ingreso a las grandes ligas deberá respetar la Ley) no es el único que por estos días intenta entrar al sistema de Medios; la Coalición por una Radiodifusión Democrática también pretende avanzar sobre los espacios del 33 por ciento establecidos por la misma 26.522. Así lo entendió el gobierno cuando   Alfredo Sccocimarro abrió un espacio de debate y propuestas que los representantes del 33 por ciento, más las pymes y los pueblos originarios deberemos aprovechar.
Pero hay un tema que la alianza mediática no quiere analizar en profundidad. Tan proclive a espectacularizar la información; con el 1° de Mayo la línea editorial pasa por cargarle a Cristina  un “intento de disciplinar al movimiento obrero buscando entronizar al metalúrgico  Antonio Caló por sobre Hugo Moyano en la CGT  y a La Cámpora y el Movimiento Evita en la calle.”
La falta de una  masiva celebración de los trabajadores no fue responsabilidad  de Cristina, sino  de la falta  de una expresión unificada del movimiento obrero. La CGT, que integrada al proyecto nacional en desarrollo, aparecía como el espacio para reconstituir el poder de la clase en un solo sujeto, hoy aparece diluída.
 Si bien hay distintas formas de llevar adelante el proyecto que, hundiendo sus raíces en el peronismo,  une lo nacional y popular con lo latinoamericano; el formato dirigido por Néstor y Cristina se demuestra como el más efectivo y movilizador. Hugo Moyano se confunde al enfrentarlo. Los trabajadores en su mayoría votaron a Cristina y sin obsecuencias no conciben un movimiento nacional sin movimiento obrero.
La dirigencia sindical actual (la de las 3 ó 4 cegetés, las 2 ceteás, y las varias izquierdas)  no expresa al conjunto de los obreros argentinos. Sin formas participativas de resolver las disidencias cupulares, por falta del voto directo y elecciones con padrones inflados, el sindicalismo avanza muy a desgano en el trasvasamiento generacional que  exige y propone a otros frentes del movimiento nacional. Pocos dirigentes sindicales representan a los nuevos actores jóvenes del mundo del trabajo. Hay recambio generacional en bases obreras, pero: tanto desconocen los convenios colectivos que los amparan como repudian los tramposos movimientos que traban su participación sindical.
En los 90 con la privatización, el sujeto clase trabajadora se reconvirtió. Los millones de obreros desocupados se reorganizaron desde el territorio. La CTA que en principio los reconoció, no terminó por incorporarlos al movimiento. El MTA de Moyano los escuchó pero no los integró a sus filas. La CGT menemista directamente los repudió, desconociendo, de paso, que muchos de esos desocupados habían sido afiliados a sus sindicatos de base.
Hoy, con un proceso de recuperación del trabajo, fruto del sinceramiento K de muchas políticas, que como las paritarias, son un derecho adquirido por la clase y cuando  la defensa de la producción nacional entraña la defensa del trabajo, el sindicalismo no expresa la organización de los nuevos trabajadores. Tampoco los trabajadores cooperativizados y de fábricas recuperadas  son reconocidos como integrantes del movimiento obrero, ni aparecen como sujetos sindicalizables.
 La organización de los trabajadores, la integración de la misma como parte constitutiva del movimiento nacional es una deuda de la dirigencia sindical; pero también es una deuda que la democracia, en su conjunto, puede pagar cara si no se actúa con creatividad y participación.
 
 
Néstor Piccone
 
30/04/2012

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