La alianza dirigida por Magnetto sufre, por estos días,
una etapa de aislamiento político. Los referentes parlamentarios de los partidos,
al optar por una YPF nacional, recuperaron autonomía
política con respecto al poder.
Según admite Eduardo
van der Koy, vocero del CEO de Clarín, con el apoyo a Repsol “ es
posible que por la crisis en España y en la UE y la inestabilidad en Estados Unidos termine habiendo más ruidos
que nueces por la expropiación de YPF.” (Confesión de parte, Clarín 29.04.
2012).
Será por eso que la alianza económico-mediática
esta semana insistirá con un tema: el caso Boldt-Clarín contra Ciccone. Nos
queda la duda si el magnettismo se atreverá
a enfrentar la incursión de Cristobal Lopez en los Medios, habida cuenta de su necesidad de negar la
existencia de la LSCA.
Pero Cristóbal Lopez (quien para su ingreso a las grandes
ligas deberá respetar la Ley) no es el único que por estos días intenta entrar
al sistema de Medios; la Coalición por una Radiodifusión Democrática también
pretende avanzar sobre los espacios del 33 por ciento establecidos por la misma
26.522. Así lo entendió el gobierno cuando
Alfredo Sccocimarro abrió un espacio de debate y propuestas que los
representantes del 33 por ciento, más las pymes y los pueblos originarios
deberemos aprovechar.
Pero
hay un tema que la alianza mediática no quiere analizar en profundidad.
Tan proclive a espectacularizar la información; con el
1° de Mayo la línea editorial pasa por cargarle a Cristina un “intento
de disciplinar al movimiento
obrero buscando entronizar al metalúrgico
Antonio Caló por sobre Hugo Moyano en la CGT y a La Cámpora y el
Movimiento Evita en la
calle.”
La
falta de una
masiva celebración de los trabajadores no fue responsabilidad de
Cristina, sino de la falta de una expresión unificada del movimiento
obrero. La CGT, que integrada al proyecto nacional en desarrollo,
aparecía como
el espacio para reconstituir el poder de la clase en un solo sujeto, hoy
aparece diluída.
Si bien hay
distintas formas de llevar adelante el proyecto que, hundiendo sus raíces en el
peronismo, une lo nacional y popular con
lo latinoamericano; el formato dirigido por Néstor y Cristina se demuestra como
el más efectivo y movilizador. Hugo Moyano se confunde al enfrentarlo. Los
trabajadores en su mayoría votaron a Cristina y sin obsecuencias no conciben un
movimiento nacional sin movimiento obrero.
La dirigencia sindical actual (la de las 3 ó 4 cegetés,
las 2 ceteás, y las varias izquierdas)
no expresa al conjunto de los obreros argentinos. Sin formas
participativas de resolver las disidencias cupulares, por falta del voto
directo y elecciones con padrones inflados, el sindicalismo avanza muy a
desgano en el trasvasamiento generacional que exige y propone a otros frentes del movimiento
nacional. Pocos dirigentes sindicales representan a los nuevos actores jóvenes
del mundo del trabajo. Hay recambio generacional en bases obreras, pero: tanto desconocen
los convenios colectivos que los amparan como repudian los tramposos
movimientos que traban su participación sindical.
En los 90 con la privatización, el sujeto clase
trabajadora se reconvirtió. Los millones de obreros desocupados se reorganizaron
desde el territorio. La CTA que en principio los reconoció, no terminó por
incorporarlos al movimiento. El MTA de Moyano los escuchó pero no los integró a
sus filas. La CGT menemista directamente los repudió, desconociendo, de paso,
que muchos de esos desocupados habían sido afiliados a sus sindicatos de base.
Hoy, con un proceso de recuperación del trabajo, fruto
del sinceramiento K de muchas políticas, que como las paritarias, son un
derecho adquirido por la clase y cuando la defensa de la producción nacional entraña
la defensa del trabajo, el sindicalismo no expresa la organización de los
nuevos trabajadores. Tampoco los trabajadores cooperativizados y de fábricas
recuperadas son reconocidos como
integrantes del movimiento obrero, ni aparecen como sujetos sindicalizables.
La organización de
los trabajadores, la integración de la misma como parte constitutiva del movimiento
nacional es una deuda de la dirigencia sindical; pero también es una deuda que
la democracia, en su conjunto, puede pagar cara si no se actúa con creatividad y
participación.
Néstor Piccone
30/04/2012
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