Las guerras han sido, son y
seguirán siendo un banco de ensayo tecnológico y también de prueba para la
resistencia física y psíquica de los contendientes.
Ejércitos con recursos
económicos y armas sofisticadas han sufrido derrotas frente a enemigos más pobres
pero con mayor inteligencia y fortaleza ideológica.
Las empresas Boldt y Clarín
son socias y responden al mismo patrón ideológico. El Ceo de Clarín es uno de
los hombres con mayor poder de fuego en el capítulo argentino de la batalla
cultural.
Héctor Magnetto siempre fue
por todo.
Desde sus comienzos en la
carrera por el poder, este contador supo debilitar con informaciones falsas a
quienes lo empoderaron desde el desarrollismo y luego en el diario Clarín.
Magnetto está complicado.
Para sostenerse depende demasiado de las alianzas políticas y económicas que lo
apoyan. Sufre la posible y pronta aplicación del artículo 161 de la Ley de
Medios (por él mismo bautizado con el peyorativo “desinversión”) porque sabe
que ese artículo es la llave maestra para la desmonopolización. Buen gestor
entre las sombras, no pudo ganarle al movimiento nacional y popular y Cristina
lo derrotó con el 54 por ciento.
Si bien sigue siendo el eje
del dispositivo tecno-económico-mediático; el Grupo Clarín, esta semana, perdió
una posibilidad que venía acariciando y auspiciando desde varias portadas: el
pedido de licencia o la renuncia del vicepresidente Amado Boudou.
La política, de la mano de
Cristina, le ganó la semana, con una jugada audaz pero efectiva desactivó la
cohorte de repetidores mediáticos y, cambiando el ángulo, la información se
puso en línea con algunas de las cuestiones estratégicas. Desde YPF a la yerba
mate, pasando por la cuota Hilton y la interna sindical ganaron el escenario
con un golpe de efecto importante y magistral de Cristina.
Así como en octubre de 2005
los Medios, dirigidos ideológicamente por Magnetto, hablaron del fracaso de la
cumbre de Mar del Plata (la que enterró literalmente el ALCA) hoy no dan abasto
para jugar con España en contra de los intereses estratégicos de Argentina.
Desde antes de la privatización estaba claro que la misma pondría al borde del
desabastecimiento energético a la Nación.
Magnetto necesita otro
mundo por eso juega con la posibilidad del enojo de EEUU para atemorizar a los
argentinos. También agranda las posibilidades de sanción que la Unión Europea
podría utilizar y entonces la va contra Guillermo Moreno. Poco le importa a
Clarín la defensa de la producción y el trabajo nacional. El asunto es minar la
estima y la confianza de quienes apoyan al modelo económico, social y cultural
que encabeza Cristina.
Magnetto necesita tiempo.
Tiene que ganar las elecciones del 2013 para volver a poner el candidato a
presidente como lo hacía hasta que llegó Néstor Kirchner.
Esa es la madre de todas
las batallas para el CEO. No desmonopolizarse y tener el control del poder
mediático. Por facilismo, impericia o pereza intelectual, cuando no por un
sueldo (como sucede hoy con Jorge Lanata) todavía hay fuerzas sociales,
políticas, sindicales, culturales y económicas que entre los intereses de la
Nación y los del Grupo, prefieren rendirse al Grupo.
Detrás del Grupo están: la
dependencia tecnológica y económica, la desinformación y por lo tanto mayor
pobreza, inseguridad y desocupación. La línea es defender a Repsol para que
pueda seguir saqueando el subsuelo energético, a EEUU para imponer sus
condiciones económicas y políticas, a la Unión Europea y los fondos buitres
para que esquilmen los bolsillos de los argentinos y a los Grupos Económicos para
que sigan haciendo negocios como sucede con su socio Boldt. Esa es la bajada de
línea que hace el Grupo desde sus diarios, radios y canales de televisión. Como
se ve al contador Magnetto poco le importan el derecho a la información y la
libertad de expresión.
Esta semana la Coalición
vuelve al ruedo, para que se aplique la Ley, no haya monopolios y que entre
todos discutamos como se hace sostenible un modelo de comunicación que nació
comercial y de a poco se fue convirtiendo en monopólico y centralizado. O sea
la madre de todas las batallas, la cultural-ideológica y en esa, cada uno debe
elegir el lugar que quiere ocupar.
Néstor Piccone
15/04/2012
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