La
Semana. Por Néstor Piccone
Porque el capitalismo es un “ poder no
sólo económico sino social y cultural, porque se nos ha inoculado en nosotros,
en nuestro modo de vida, en nuestro modo
de relacionarnos con los demás, en la forma competitiva individualista de
construir y de vivir, mientras yo tengo, ¡los demás que importan!, son formas
de sobrevivencia del capital.”
Así sintetiza Isabel Rauber, pensadora latinoamericana,
las ideas de István Mészáros quien en línea con Carlos Marx postula la
revolución social (diferente al socialismo) como meta superadora para la
humanidad.
El 27 de octubre definitivamente no se inscribirá en la vida de los kirchneristas
como un buen día. Aunque previsible, la derrota de este 2010 no puede menos que
producir una amargura y no disimulamos esas lágrimas que nuevamente se desprenden
como aquella mañana de hace no más de tres años. Esa mañana en la que Néstor
Kirchner fue obligado a dejar la madre de todas las batallas en manos de
Cristina Fernández.
Algunas cuestiones que dejan las lecturas que de las PASO
hicieron algunos dirigentes y funcionarios: queda claro que adaptarse a la
agenda de la derecha: inflación, cepo cambiario
y bajar la inimputabilidad a 14 años no sumó votos a Martín Insaurralde.
La ronda de
presidenciables comienza a circular por los Medios buscando esmerilar los dos
años de Cristina Fernández de Kirchner, intentando apurar una salida poco
democrática. Así Mauricio Macri, Lilita Carrió, Sergio Massa, Pino Solanas,
Julio Cobos comienzan a ser promovidos como los gestores de una época que se
hará cargo de un pretendido fin de ciclo.
El Frente para la Victoria puso sobre las pantallas que
maneja y las que no maneja a todos los que desde sus diferencias expresan ese
Frente, buscando mirar para adelante no
responsabilizó de la derrota a los medios hegemónicos.
Porque el problema no son los Medios, ni Héctor Magnetto
ni el fallo de la Corte; el problema es ideológico y lo que hay dentro de cada
uno de nosotros, de todas las clases sociales, incluída por su puesto la clase
media y porque no los intelectuales que a un lado y al otro del arco apoyan y
promueven los proyectos que conviven en la vida política nativa.
Los argentinos y luego de 30 años recién estamos asumiendo la democracia como
herramienta, falta mucho para comprender que el cambio cultural y social no se
garantiza con una sucesión de acciones revolucionarias como las que concretó el
kirchnerismo en estos últimos diez años en la Argentina y Latinoamérica.
Que no alcanza con la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual porque si detrás de la misma no se asume un cambio en la forma de
producción monopólica por una participativa, asociativa, múltiple demoraremos
muchos años más para alcanzar la democracia comunicacional que inlcluya a todos en la Sociedad del Conocimiento.
En este momento aunque silenciosa hay una agenda en el
kirchnerismo que no sale en los Medios pero que nos puede llevar a un 2015 de
continuidad y no de resistencia.
El kirchnerismo eligió gobernar. Primero Néstor y luego
Cristina decidieron hacerlo sin delegar el poder popular en las manos de los
grupos concentrados y corporativos. Ellos demostraron esa decisión y la
exhibieron ante funcionarios y dirigentes del Frente para la Victoria de todas
las provincias, los que no siempre los imitaron.
Ellos lideraron estos 10 años y la gran deuda compartida
está en garantizar que esos actos revolucionarios de la década se conviertan en
organización popular con una conducción política que trascienda la década y que
renueve el Frente Nacional Popular y Latinoamericano que nos convoca desde el
fondo de la historia.
Hay enemigos, hay amigos, hay compañeros, hay aliados; lo
que importa es poder hacer -desde una lectura compartida- quienes son unos y
otros. No existe entre los presidenciables, incluído Scioli, líderes dispuestos
a enfrentarse con el poder real. Cristina se lo ha señalado públicamente muchas
veces.
Por eso es importante que el kirchnerismo profundice la
discusión político-ideológica, que no conduzca sólo desde el poder de la
gestión estatal sino que empodere a las fuerzas organizadas de la sociedad; que
en última instancia son las que pueden garantizar otra década de avance en la
revolución social inconclusa.
27/10/2013