Por Néstor Piccone.
Norberto Galasso,
en un balance de las elecciones publicado esta semana por la Agencia Paco
Urondo, realizó un exhaustivo repaso del Frente para la Victoria en las PASO.
El balance no
descuida la evolución histórica del movimiento nacional y haciendo eje en el
peronismo desarrolla las condiciones que entronizaron al kirchnerismo como
referencia insustituible de la actual etapa.
Galasso precisa que se bajó del 30 por ciento
de apoyo a un escaso 26 por ciento en todo el país. Y que ante la ausencia de
un movimiento obrero unido y organizado
la base de sustentación pasó a ser el movimiento juvenil. Con estos datos
incontrastables sobre la mesa es que hay que realizar los planteos que nos
permitan recuperar un mayor consenso en octubre, de cara a las presidenciales
de 2015.
Simón Bolívar
planteaba que en las derrotas se aprende el arte de vencer.
El neoliberalismo
y el aparato tecno-económico-mediático (que
lo sostiene a escala planetaria) son el
enemigo; los “titulares” como dìría Cristina o el Círculo Rojo como lo define
Mauricio Macri. En el G20 de San Petersburgo, Cristina se cruzó con algunos de
los voceros de los “titulares.” Los políticos en general, incluyendo a Barack
Obama, ofician como gerentes de los Grandes Grupos Económicos Transnacionales
que son los que siguen concentrando poderío económico. Las corporaciones desde los años 90 vienen posicionando por sobre
los Estado-Nación.
La dictadura y la
década perdida de los ´90 dejaron establecidas las condiciones de posibilidad
para los gobernantes que los sucedieron. Si alguno intentara gobernar con
autonomía del Poder Real (como lo viene haciendo el kirchnerismo) debería
resolver dos cuestiones: desmonopolizar por un lado y por otro unir la
multiplicidad de fragmentos en el que permanece el Estado y la Sociedad en su
conjunto, luego de las dictaduras militares de los ’70 y el desguace
noventista.
El Frente para la
Victoria es la herramienta electoral de la etapa, como para Perón lo fue el PJ.
Pero ya en los años 70, Juan Perón planteó la necesidad de enfrentar al enemigo
real con un Frente Nacional más amplio. Un frente que por entonces alcanzara al
sindicalismo, la burguesía nacional, las capas medias y el movimiento juvenil,
incluyendo a las “formaciones especiales,” esas que vanamente decidió desarmar.
El gobierno no es
el Estado y el Estado no es el movimiento nacional. Con una audaz articulación de liderazgo, gestión y participación se pudo sostener por una década esta tremenda lucha.
La Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual es un ejemplo que sirve para sintetizar
el planteo que vive dentro de la construcción social que le dio encarnadura
y como contraparte la demora en su aplicación.
El dispositivo
tecno económico mediático es el que ha impedido la desmonopolización,
pero la falta de continuidad en la alianza que construyó la Ley: sociedad
civil, universidad, gobierno y Estado limitó los avances que se requieren para
la consolidación de un nuevo modelo de comunicación para la Argentina.
Ningún
funcionario, per se, está en condiciones de poner en vigencia la Ley de SCA; la
Ley sólo se puede aplicar con participación de los actores que le dieron
origen: universidades, cooperativas, organizaciones sociales, sindicales, de
pueblos originarios, radiodifusores y productores de contenidos audiovisuales
comunitarios y micro y pequeñas empresas de arraigo local. Todos coordinados
por una política pública de comunicación.
Para ganar las
elecciones como para aplicar la Ley de SCA es fundamental articular Gobierno
con Estado y desde allí empoderar a las organizaciones de la sociedad civil.
No se ganan las elecciones ni se aplica la Ley adaptándose a la agenda
del enemigo. Hay que reconocer la fragmentación en la que se encuentra el
Estado (nacional, provincial y municipal) y la sociedad civil y sus
organizaciones políticas, sindicales, sociales, de etnias y expresiones de la
diversidad (sexual, comunicacional, económica), para desde ese reconocimiento
buscar la Unidad y la articulación.
Las leyes son un
primer paso reparador, ahora viene el empoderamiento y este se logra con
participación y distribución de saberes y recursos económicos. Para que el
liderazgo de Cristina trascienda el 2015 la herramienta electoral debe operar
como catalizador de un movimiento nacional que supere los límites de la
construcción actual.
Néstor
Piccone. Psicólogo, periodista. Militante de la Comunicación.
8/ 09/ 2013
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