domingo, 1 de julio de 2012

LO QUE VA DE ARGENTINA A PARAGUAY

Para el grupo Clarín, Paraguay es una provincia más. 

Los ahora ex funcionarios de Medios del gobierno (derrocado por vía parlamentaria) de Fernando Lugo comentaban - a quien quisiera y pudiera escucharlos-  que era muy difícil para ellos llevar adelante políticas democratizadoras en los Medios. El Parlamento, el mismo que aplicó un sumarísimo juicio político, no les permitía avanzar ni con los desarrollos de la televisión digital. El sector privado le imponía todas la condiciones y en ese escenario el Grupo dirigido por Hector Magnetto dominaba la escena paraguaya. 

Por eso no extraña que el diario Clarín sea quien hoy actúe de vocero del usurpador Federico Franco.

Las fuerzas progresistas en Latinoamérica ganaron, por la vía democrática, los gobiernos de Lula Da Silva, Dilma Russeff, Rafael Correa, Evo Morales, Fernando Lugo, Hugo Chavez, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, Tabaré Vazquez y José Mugica, Manuel Zelaya y Daniel Ortega, para nombrar a los más definidos.

La economía mundial está regida por el modelo económico  que, profundizando las reglas del capitalismo, va imponiendo que las Grandes Empresas Transnacionales se impongan por sobre los intereses de los países, de las naciones, de los estados. Es por eso que cualquier intento de recuperar para el Estado un rol regulador, de autonomía política y de independencia económica sea combatido sistemáticamente. Ese modelo económico se sostiene cultural y socialmente por las líneas políticas que responden al mismo y que se conocen popularmente como derecha en su actualización neoliberal.  La educación y ahora los contenidos difundidos por la usinas que manejan la convergencia tecnológica facilitan que ese modelo se naturalice en la vida de los habitantes construyendo un fenomenal sentido común.

En la Argentina, fueron las políticas  kirchneristas las que rompieron con esa lógica a través de actos revolucionarios compartidos y complementarios de los que llevaron adelante  los gobiernos de Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia y Uruguay para nombrar a los más comprometidos.

La economía mundial, dirigida por los intereses de los Grandes Grupos Económicos concentrados, tiene en los Medios de Comunicación su divulgación diaria y en las estructuras escolares el sustrato ideológico. La divulgación se logra a través de distintos formatos: noticias, entretenimiento, ficción, información general y deportes. Entre esos poderes y estos gobiernos se mide la tensión política, económica, social y cultural.

Hugo Moyano, con un lenguaje similar al que usara Alfredo De Angeli  en 2008 se propone para desequilibrar la relación de fuerzas entre el movimiento popular y los GGE. El dispositivo mediático se pone a su disposición. Lo que sorprende es que los gremialistas  que fueron el núcleo del MTA  y que  hace un par de años promovieran el nacimiento de una Juventud Sindical, hoy motoricen acciones sindicales justificando su actitud en el despecho o el distrato del gobierno hacia el líder de la CGT. Sorprende, porque fueron ellos los que cultivaron a los jóvenes en la lectura de los Programas de La Falda y Huerta Grande. No pareciera que la lucha por el mínimo no imponible o el quiebre de la pauta salarial sean comparables a la demanda de Control estatal del Comercio Exterior  o la nacionalización de la banca como postulaba, en los años 60, la CGT de los Argentinos. Incapaces de amenazar a la sociedad con el desabastecimiento al que sometieron en la última semana a la sociedad argentina, los sindicalistas de aquella CGT peleaban sus ideas en el marco de feroces persecuciones.

En la Argentina el modelo de divulgación de los Grupos está hiperactivo y sobreexitado. Aunque Argentina con el kirchnerismo está más protegida que Lugo, el dispositivo mediático quiere llegar al próximo  7 de diciembre con un gobierno que no le pueda imponer la desmonopolización. O con una sociedad desmovilizada que no esté en condiciones de exigir derecho a la información y libertad de expresión. Una sociedad sometida.

En la batalla ideológica los nuevos modelos desestabilizadores (por ahora) no necesitan de las armas como en los 70. Les alcanza con los contenidos que difunden por los Medios. Para el campo popular el 7 de diciembre es una prueba de fuego. El miércoles 27, de concretarse la amenaza, un retroceso para la clase trabajadora.

 
Néstor Piccone



25/06/2012

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