miércoles, 25 de julio de 2012

MASACRES Y SILENCIOS. DE NAPALPI A LA AMIA

Los yacarés descansan al costado de la laguna; a pocos metros y sin ningún temor, los carpinchos y ciervos del pantano siguen mascando hojitas de camalote mientras pequeños pájaros montados sobres sus lomos le alivian el peso de los insectos que se prenden a sus pieles. Las sombras anuncian que la noche se viene pero el sol no emprende su retirada hasta que los visitantes de los esteros no lleguen al muelle.

En Colonia Pellegrini, Corrientes, donde los lugareños entierran a sus muertos dejando sobre las cruces cintas con los colores de sus partidos políticos, no se ve mucha televisión ni Internet porque las señales llegan débiles. Los celulares funcionan de a ratos pero la agenda se filtra igual.

En los botes que arriman los visitantes a los increíbles embalsados (especies de islas flotantes donde conviven los bichos del estero) no entran muchas personas. En estas embarcaciones,  para evitar accidentes, se distribuyen un par de familias no muy numerosas. (Como los visitantes, en su mayoría, son extranjeros o de clase media tirando a alta, la norma no es muy difícil de implementar). El guía, haciendo el viaje menos impersonal, pregunta a los navegantes de dónde vienen.
-De Buenos Aires, de San Isidro, contesta quien oficia de padre.
Con frases cortas y miradas de alarma, el guía da cuenta que ese es un lugar peligroso y entonces pregunta -si todo sigue igual, si el lío continúa.
- ¿El de la Inseguridad?  Devuelve interrogando, la madre. Y aunque el tiempo de charla comienza a terminar porque la lancha se acerca a una escena para admirar en silencio, ella comienza a dar cuenta de lo que el guía dice conocer por la tele.
La familia yacaré encimada sobre los cueros del lagarto mayor, con su postura y silencio aplaca lo que ya comienza  a ser una denuncia mediática. El menor de la familia, de unos 9 años de instrucción audiovisual cierra diciendo que en su barrio “siempre hubo, hay y habrá inseguridad.”

El 18 de julio de 1994 en el atentado a la AMIA mueren 85 personas. En pleno barrio porteño de Once. La denuncia no decae, fundamentalmente por la memoria que guardan y exhiben públicamente los familiares de las víctimas. Los Medios cubren los actos.
El 19 de julio de 1924, casi quinientos mocovíes y qom desarmados son masacrados por 130 policías, gendarmes y algunos civiles fuertemente armados y apoyados desde el aire por una avioneta. Una quincena de adultos quedan vivos y el grupo de niños secuestrados por los represores que logran sobrevivir son silenciados casi de por vida. La masacre de Napalpí ( a 120 kilómetros  de Resistencia, Chaco) es una historia que hace pocos años comenzó a divulgarse. Todavía falta mucho para llegar a la verdad. Los Medios, mal llamados nacionales, no dan cuenta de esos crímenes aberrantes cometidos por orden del entonces gobernador Fernando Centeno. Niñas y adultas violadas, hombres colgados de sus genitales. Un crimen disciplinario cuyas consecuencias todavía persisten. Desde el año 2008 la gestión Capitanich viene avanzando en el esclarecimiento de estos hechos y en el pedido de perdón.

En Salta, dos adolescentes -con su muerte anunciada- denuncian el estado de sometimiento con que las familias conservadoras masacran la esperanza y los sueños de futuro de cientos de jóvenes.

Hay muchos grandes temas que los grandes Medios dejan fuera de su caprichosa agenda. Somos muchos los  argentinos que en cada provincia construímos costumbres y creencias diferentes. Como los 200 mil que el lunes 16 se juntaron en Itatí, un pequeño pueblo de Corrientes. Hombres, mujeres y niños que caminaron desde Posadas, desde Formosa, desde Resistencia para honrar a la virgen del manto azul, celeste.

Esta semana obviamos la tematización que de la Argentina hacen los grandes Medios. Adrede quisimos mostrar cómo podrían funcionar nuestras cabezas si al mirar tele pudiéramos  acceder a todas las informaciones, donde pudiéramos ver distintas gentes, hablando con distintos fraseos.

El horizonte que se anuncia para el 7 de diciembre de 2012, seguramente permitirá recorrer los caminos oyendo todas las voces, tanto la de quienes denuncian la AMIA como la de aquellos originarios que merecen conocer su verdadera historia, o los jóvenes que buscan abrirse paso en una parte del mundo que, por fuera y por dentro de los Medios, los discrimina desde la estigmatización o la negación.
 
Néstor Piccone

23/07/2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario