domingo, 27 de octubre de 2013

EL PROBLEMA NO ES LA CLASE MEDIA



 La Semana. Por Néstor Piccone

Porque el capitalismo  es un “  poder  no sólo económico sino social y cultural, porque se nos ha inoculado en nosotros, en nuestro  modo de vida, en nuestro modo de relacionarnos con los demás, en la forma competitiva individualista de construir y de vivir, mientras yo tengo, ¡los demás que importan!, son formas de sobrevivencia del capital.”
Así sintetiza Isabel Rauber, pensadora latinoamericana, las ideas de István Mészáros quien en línea con Carlos Marx postula la revolución social (diferente al socialismo) como meta superadora para la humanidad.
El 27 de octubre definitivamente no se  inscribirá en la vida de los kirchneristas como un buen día. Aunque previsible, la derrota de este 2010 no puede menos que producir una amargura y no disimulamos esas lágrimas que nuevamente se desprenden como aquella mañana de hace no más de tres años. Esa mañana en la que Néstor Kirchner fue obligado a dejar la madre de todas las batallas en manos de Cristina Fernández.
Algunas cuestiones que dejan las lecturas que de las PASO hicieron algunos dirigentes y funcionarios: queda claro que adaptarse a la agenda de la derecha: inflación, cepo cambiario  y bajar la inimputabilidad a 14 años no sumó votos a Martín Insaurralde.
La ronda  de presidenciables comienza a circular por los Medios buscando esmerilar los dos años de Cristina Fernández de Kirchner, intentando apurar una salida poco democrática. Así Mauricio Macri, Lilita Carrió, Sergio Massa, Pino Solanas, Julio Cobos comienzan a ser promovidos como los gestores de una época que se hará cargo de un pretendido fin de ciclo.
El Frente para la Victoria puso sobre las pantallas que maneja y las que no maneja a todos los que desde sus diferencias expresan ese Frente, buscando mirar para  adelante no responsabilizó de la derrota a los medios hegemónicos.
Porque el problema no son los Medios, ni Héctor Magnetto ni el fallo de la Corte; el problema es ideológico y lo que hay dentro de cada uno de nosotros, de todas las clases sociales, incluída por su puesto la clase media y porque no los intelectuales que a un lado y al otro del arco apoyan y promueven los proyectos que conviven en la vida política nativa.
Los argentinos y luego de 30 años  recién estamos asumiendo la democracia como herramienta, falta mucho para comprender que el cambio cultural y social no se garantiza con una sucesión de acciones revolucionarias como las que concretó el kirchnerismo en estos últimos diez años en la Argentina y Latinoamérica.
Que no alcanza con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual porque si detrás de la misma no se asume un cambio en la forma de producción monopólica por una participativa, asociativa, múltiple demoraremos muchos años más para alcanzar la democracia comunicacional que  inlcluya a todos en la Sociedad del Conocimiento.
En este momento aunque silenciosa hay una agenda en el kirchnerismo que no sale en los Medios pero que nos puede llevar a un 2015 de continuidad y no de resistencia.
El kirchnerismo eligió gobernar. Primero Néstor y luego Cristina decidieron hacerlo sin delegar el poder popular en las manos de los grupos concentrados y corporativos. Ellos demostraron esa decisión y la exhibieron ante funcionarios y dirigentes del Frente para la Victoria de todas las provincias, los que no siempre los imitaron.
Ellos lideraron estos 10 años y la gran deuda compartida está en garantizar que esos actos revolucionarios de la década se conviertan en organización popular con una conducción política que trascienda la década y que renueve el Frente Nacional Popular y Latinoamericano que nos convoca desde el fondo de la historia.
Hay enemigos, hay amigos, hay compañeros, hay aliados; lo que importa es poder hacer -desde una lectura compartida- quienes son unos y otros. No existe entre los presidenciables, incluído Scioli, líderes dispuestos a enfrentarse con el poder real. Cristina se lo ha señalado públicamente muchas veces.
Por eso es importante que el kirchnerismo profundice la discusión político-ideológica, que no conduzca sólo desde el poder de la gestión estatal sino que empodere a las fuerzas organizadas de la sociedad; que en última instancia son las que pueden garantizar otra década de avance en la revolución social inconclusa.
27/10/2013

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