Cambia
la Comunicación, cambia la Justicia. Se ve en la calle,
se escucha en las voces jóvenes,
se vota en las urnas.
En la semana, la
derecha vernácula mostró verbalmente la violencia que estaría dispuesta a ejercer
para lograr que desaparezca la etapa kirchnerista del Proyecto Nacional y Popular
Argentino.
En la semana que se inicia intentará concretar una acción
pública y en eso buscará captar para la oposición política lo construido por la
conducción mediática. Tomará prestado lo que Magnetto (Héctor) lograra en 2012 con
el publicitado 8N. Prestarán rostro y figura al armado del dispositivo
tecno-mediático-económico. En un año electoral decidieron apurar la marcha.
Convocan desde la violencia, la insolidaridad
con los más necesitados. No tienen proyecto alternativo; su objetivo es
destruir lo ganado por los argentinos (incluído ellos) en los últimos 10 años.
Perdieron la paciencia y esta vez se juntan con los
grandes empresarios que ante la pérdida de rentabilidad (con ganancias que
consideran insuficientes) han decidido fogonear el dólar paralelo y empujar la
inflación. Dos incorporaciones al escenario que no habían apurado desde el 2001.
En un acuerdo superestructural, juntan temas fetiche
como el mal llamado cepo cambiario (que
ya impidió que huyeran al exterior varios miles de millones de dólares), la inflación
con demanda de endeudamiento externo y devaluación (cuando en el 2012 se enfrentó
la crisis internacional sin pérdidas de fuente de trabajo ni cierres de
empresas y con subsidios al bienestar). Con voces cargadas de violencia,
promueven políticas que proponen derogar el bienestar de las mayorías.
Pero esta vez encuentran un gobierno respaldado por la
mayoría de la sociedad que no deja de tomar iniciativas transformadoras,
siempre en línea con los más necesitados, con los que el poder real y las capas
acomodadas de la sociedad consideran excluíbles del sistema.
Con debates
proactivos, avanza la democratización de
la justicia impulsada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como
sucediera con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual un gran sector
del propio poder judicial aporta al tema con apoyos y voces críticas como la
del CELS y otros. Y el gobierno toma nota.
No importa ¡ya! si las leyes saldrán del Parlamento
rápidamente (total serán judicializadas). Lo que no tiene vuelta atrás es la
instalación del tema. Si desde el Poder Ejecutivo se asume un tema que hunde
sus raíces en mútiples vivencias populares ese tema llega para
quedarse y opera positivamente en la necesidad de cambio que tiene el poder que
se inrterpela.
Así pasó con la Ley de Medios. Las acciones previas que
llevaron adelante cientos y miles de comunicadores en la Coalición por una
Radiodifusión Democrática como hoy lo hace Justicia Legítima, sólo llegan al
conjunto de la sociedad cuando el coraje del (la) gobernante lo convierte en política de Estado.
Puede ser que 2013
alumbre la definitiva aplicación de la Ley de SCA, que la Corte declare su
constitucionalidad, pero aunque no fuera así, ya nadie podrá de discutir y
cuestionar lo que dicen los Medios. Ya nadie (aunque muchos lo intenten) podrá
decir que los medios son independientes. Porque todos sabemos que defienden
intereses empresariales, comerciales; que promueven un modelo de sociedad,
consumista y excluyente. Lo mismo pasará con el Poder Judicial, su juego ya
está cuestionado. La presidenta les cantó piedra libre a los jueces corruptos,
venales, adictos al poder económico, encubridores de abusadores y torturadores
de toda calaña, machistas, mala gente.
Y aunque semana a semana pronostiquen el fin de este
Modelo (que abreva en lo mejor del histórico Proyecto Nacional y Popular) se
equivocan. La gente, el pueblo, lo
convalida con alegría como lo hace en Venezuela con Nicolás Maduro, en Ecuador
con Rafael Correa o en Chile apostando al regreso de Michelle Bachelet.
Es la hora de los pueblos.
Con un reloj que se mueve al ritmo de la solidaridad,
como pasa con 15.000 pibes en La Plata, movilizados por los inundados.¡¡¡¡15
mil!!! en un fin de semana, cuando Macri en otro fin de semana se ufanaba de sólo
haber movilizado ¡¡¡¡600!!!
Es la hora de los pueblos, esa que anticipaba Perón en
los años 70 y cuando llega no hay reacción o restauración conservadora que la
detenga.
Néstor Piccone
15/04/2013
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