A
veces uno mismo pone en cuestión sus visiones de la realidad, esas que
al no estar convalidadas masivamente parecen una construcción delirante.
Pero esta semana que pasó, el dispositivo tecno-económico-mediático hizo una demostración de poder pocas veces vista.
La
historia arrancó el domingo 14 con el promocionado programa de Jorge
Lanata el que con su despliegue mantuvo al aire, durante una semana, la
denuncia contra el empresario santacruceño Lázaro Baez. Tanto que logró
que el día viernes éste se pusiera frente a cámara para decir que iría a
la Justicia.
Pero la política se metió en la grilla por los resquicios del modelo comunicacional concentrado y hegemónico; y lo hizo con fortaleza ideológica en un juicio que sólo es posible por el marco político que se construye en la Argentina desde el 25 de mayo de 2003.
Hace
una semana alertamos sobre la violencia de la derecha vernácula, pero
no sabíamos de que manera lo verbalizado se convertiría en acciones
directas: en Venezuela murieron 7 militantes chavistas a manos de las fuerzas impulsadas por la negación del candidato Henrique Capriles y el gobierno de EEUU a reconocer el triunfo
electoral de Nicolás Maduro. En Buenos Aires, la mediática Lilita
Carrió alentó que se parara la votación de los Proyectos
democratizadores del Poder Judicial, poco menos que tomando el Congreso.
Un grupúsculo no identificado intentó ingresar al mismo rompiendo las
puertas. En la Plaza de Mayo los periodistas de los medios públicos
fueron agredidos. Para la derecha la tolerancia es igual a cero. Y esta
semana van por todo, según amenazan.
Pero la conducción no es
del Grupo Clarín, ni de Héctor Magnetto, es un dispositivo que integra
recursos técnicos, políticos y económicos, que tiene aliados nacionales e
internacionales. Aliados que pueden incidir en el valor del dólar y
garantizar una escalada en los precios de muchos productos, generando la
inflación que luego adjudican al gobierno o al desgobierno, según les
convenga enunciarlo.
José
Pedraza fue condenado. El fallo fue explicitado de manera coloquial y
en el didáctico relato el juez Horacio Dias, por primera vez en la
historia de los juicios que tienen su origen en un crimen político, se
desnudó la trama secreta que une a las patotas asesinas con sus mentores
ideológicos.
Pero el dispositivo, en guerra
declarada contra el Proyecto Nacional, como sucede en toda guerra: con
el arma de la mentira, lo primero que sustrae es la verdad.
Desde antes del Domingo
14, se promociona la denuncia de Jorge Lanata. El lunes 15, comienzan
las especulaciones mediáticas en empresas que no son del grupo Clarín.
Martes 16 los denunciantes que dieron encarnadura al programa de Lanata comienzan a desmentirse; primero Leo Fariña, luego Federico Elaskar.
Miércoles
17, la 105 Conferencia episcopal alerta que la celeridad con que el
Kirchnerismo pretende tratar la reforma judicial, “corre el riesgo de
debilitar la democracia republicana.” Los medios titulan reforma express.
Con gran publicidad el sindicato de los judiciales que dirige el moyanista Julio
Piumato, en un acto público, oficializa un paro de tres días. Un puñado
de opositores se semiabrazan Tribunales en línea de adueñarse de la
marcha que se viene el 18A. No asisten al debate del Congreso pero dan
conferencias de prensa.
Ese
mismo día la Cámara en lo Civil y Comercial Nª 1, luego de pujar por la
inconstitucionalidad del art. 161 de la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual, saca un fallo - a la medida de Clarín- que
deja de lado el mencionado artículo y precisa con su texto lo que el
Grupo viene reclamando: que no le toquen el cable, desde donde maneja lo
que el 60 por ciento de los argentinos ven por su televisor.
El
jueves, impactando en medios propios y marcando agenda en los medios
públicos y de los medios privados no hegemónicos, se concreta la
caceroleada y la primera marcha donde los Medios hegemónicos promueven
que asistan los políticos opositores, garantizándole cuidada cobertura.
Los
Medios dicen que esta vez la mayoría de la gente que marchó ya no
reclamó tanto por la inseguridad sino contra la corrupción y contra los
empresarios kirchneristas, pero además pidió a los políticos que se
unieran. Si no es con un dispositivo ¿cómo se logra semejante movida?
Algunos
todavía descreen del valor de la Ley de Medios para dar la batalla
cultural por la verdad. Más tarde o más temprano este objetivo (que no
es ningún delirio) se logrará, cuando no quede en pie el modelo
monopólico y por fin se escuche la multiplicidad de voces.
Néstor Piccone
22/04/2013
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