El péndulo de la historia argentina no es tal si se lo
mira con un solo ojo. Si se niega el movimiento de la historia, de sus avances
y retrocesos de sus marchas y contramarchas, de sus revoluciones y
contrarevoluciones la realidad parece ser siempre la misma.
Por eso esta semana pulularon por los medios, las
comparaciones con Isabel, los cortes de luz de Alfonsín y hasta el helicóptero
de De la Rúa.
Los trenes eran empresas estatales; la energía: el gas,
el petróleo, la electricidad, y el agua eran empresas estatales. Durante
cuarenta años fue así. Las empresas privadas, utilizando cuanto Medio tuvieran
a su alcance, construyeron una realidad que decía que el país andaba mal porque
todo lo manejaba el Estado.
Los intereses privados que hacen del lucro su forma de
vida, hasta en la guerra de Malvinas presionaron para privatizar. Pero lo que
no obtuvieron bajo la dictadura militar lo concretaron en la democracia menemista, la más liberal de la
historia.
Primero fueron los canales de televisión y las radios más
emblemáticas. La ola privatista no fue un invento argentino, el tsunami privado
recorría el mundo, en esas épocas las elecciones las ganaban los Collor de Melo,
los Reagan, las Tatcher o Silvio Berlusconi. Hasta los socialistas franceses se
hacían privatistas.
Pero los Ellos ganaron y modelaron un sistema difícil de
desmontar sin debate ideológico. De la mano privada avanzaron los monopolios,
porque los mercados no funcionan con competencia. La cuestión era controlar el
poder y el Estado.
Lo que hizo Clarín en los medios, impuso Telefónica con
Entel, los Cirigliano-Roggio con los
trenes, Iberia con Aerolíneas y Repsol con YPF.
Con la electricidad la cuestión tuvo ribetes más
alarmantes ya que el desguace se hizo en tres partes. Un grupo se quedó con la
generación, otro con el transporte y y otros varios (no muchos) con el sistema
de distribución domiciliaria. Se trataba de montar una estructura difícil de
reestatizar.
A Raúl Alfonsín
que se negaba a privatizar le tiraron cortes de luz desde la misma estructura
estatal, Carlos Menem convirtió esa presión en sentido común y dijo que el
sistema sólo podía funcionar en manos privadas. Sin inversiones, con despidos masivos (pagados
por el Estado) que se producían poco antes de pasar a manos privadas las
empresas se hicieron cargo del negocio. Toda ganancia. Hasta que deja de serlo
y entonces quienes sostuvieron la privatización quieren hacer creer que la crisis
energética es producto del gobierno y no de las empresas y entonces proponen
profundizar la privatización. Resultado: aumento de tarifas y que paguen los
que puedan. Baja el consumo y el mismo sistema obsoleto para el 100 x 100 sirve
para el 30 por ciento. Es Macri diciendo que hay que comprar generadores de
electricidad o aumentar el subte a 7 pesos. Privado con privación se paga.
Los gobiernos como bien dijo Jorge Capitanich esta semana
no son voceros de las empresas. Durante muchos años pareció que sí. La crisis
energética no es producto del modelo kirchnerista, es sucedánea de las
privatizaciones.
Pero es el gobierno el que paga los platos rotos, ya sea que
las empresas tengan control estatal o privado. Le pasó a Raúl Alfonsín, lo intentan con Cristina Fernández. Los
Medios hegemónicos son privados y ellos son los voceros de ese modelo.
Gracias a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
y a su forma de gestación se pudo desnudar al primer monopolio, pero el modelo
que está detrás de la economía es el mismo. Los periodistas, oficialistas u
opositores, por ser meros relatores de lo que ven o imaginan, no se meten con
el fondo de la cuestión.
Sino, en lugar de demorarse tanto en Héctor Magnetto,
podrían comenzar a descubrir los magnetos
que hay detrás del negocio privado de la electricidad, del gas, de los
teléfonos.
Jorge Milton Capitanich, está semana, comenzó a perder en
la imagen de los medios monopólicos; los que -sin vergüenza- volvieron a la
carga con Scioli, Massa y Macri.
A favor del Capitanich está su modelo de gestión, que
supera en mucho a varios secretarios y ministros que disimulaban su mediocridad
bajo la sombra del paraguas de Cristina. Ese parece ser el sino del año que se
viene. Cada cual de acuerdo a su capacidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario