domingo, 3 de noviembre de 2013

EL ATRIL DE LA LEY



La Semana por Néstor Piccone

En la larga marcha por afianzar la democracia y profundizar los mecanismos que amplíen los derechos de los ciudadanos, el fallo de la Corte Suprema de Justicia es un éxito popular, nacional, latinoamericano. Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde enfrentaron con políticas contradictorias lo que miles de ciudadanos que hacían comunicación reclamaban.
El primer Kirchner priorizó recuperar las necesidades básicas insatisfechas que padecían millones de argentinos y recuperar con el cuerpo la credibilidad  de la política y los políticos y se convirtió en el primer gobernante de la democracia que decidió gobernar por sobre los dictados de los Grupos Monopólicos.
Desde el atril discutía con los periodistas y los medios. Esa actitud fue la que entusiasmó a los sindicatos, organizaciones sociales, de derechos humanos, empresas de comunicación de gestión comunitaria, cooperativas, micro y pequeñas empresas de arraigo local, de universidades en avanzar con la pelea por defender los medios alternativos, desmonopolizar el cable y  construir medios propios.
Sobre fines de 2003 los mismos que habían discutido con Alfonsín y que en los 90 resistieron las privatizaciones y la concentración económica comenzaron a escribir los 21 Puntos por una radiodifusión democrática. Esos locos se autodenominaros Coalición por una Radiodifusión Democrática. Kirchner desde el atril -pensaban- en algún momento chocaría con los grupos monopólicos mediáticos.
El choque se produjo en 2008, las retenciones móviles y el decreto 125 al tocar los intereses de los barones de la soja operaron como detonante; los grupos  concentrados de la economía, la política y la tecnología (el dispositivo) creyeron que podían ir por todo y tomando los medios como ariete intentaron cambiar el gobierno.
En la Rosada ya estaba Cristina Fernández, desde la presidencia convocó a todo el mundo, incluídas las gremiales empresariales de la prensa a discutir una nueva Ley de Comunicación Audiovisual.
 Miles de encuentros, debates, discusiones; cientos de hombres y mujeres recorren el país alcanzando a casi todas las ciudades de Argentina apoyando los 21 Puntos. Cristina los toma como base y elabora un anteproyecto que vuelve a la calle en una treintena de foros oficiales y cientos de encuentros y asambleas populares. Hasta la iglesia católica y los evangelistas apoyan esta epopeya.
Finalmente el proyecto va al Congreso y lo votan 147 diputados (el Frente para la Victoria tenía 129)  y 44 senadores.
Hoy  a 30 años de la  democracia los 7 argentinos que tenían en sus manos la constitucionalidad de 4 artículos de la Ley que definían la capacidad de la democracia para desmonopolizar sacan un fallo ejemplar.
Por 6 votos contra 1 la Corte retoma los principios que cientos de militantes de la comunicación redactaron allá por el 2003. Este resultado que es goleada en el fútbol y que en el tenis es lapidario, en política  como en el box es categórico, inapelable, i-rre-vo-ca-ble. Dentro de 30 años la democracia recordará las imperfecciones con que comenzó la etapa, pero también la libertad que abrió para hablar, para elegir a quien escuchar y mejorar la democracia.
Hay que conformar, como lo pide la Ley un modelo que recoja la experiencia de los foros y las asambleas que gestaron su redacción; que los órganos de aplicación de la Ley  se conviertan en la expresión de un armado intersectorial, plural, interdisciplinario como lo establece la Ley y que está en su origen..
 El modelo más cercano a la desmonopolización cultural está en el ejercicio que lleva adelante Cynthia Ottaviano en la Defensoría del Público; una herramienta que depende de la Comisión Bicameral y que funciona con una apertura a la sociedad civil nunca vista en la Argentina. La Defensoría tardó tres años en ponerse en funcionamiento por falta de acuerdo del Congreso de la Nación. Por estos días culminó la última de las Audiencias Públicas que la Defensoría tiene como mecanismo. Sin ningún tipo de censura las Audiencias son un espacio que permite que todas las voces se puedan expresar analizando las demoras que sufre la aplicación de la Ley. Sobre 70 oradores las demandas (sin desconocer lo que implica el monopolio) exigen la puesta en marcha del dispositivo comunicacional que la legislación habilita. Sin estridencia la Defensoría recoge y concreta, en su lugar, el sueño democrático que la Ley expresa, impulsa y exige.
No existe un sistema de Medios nuevo sin la articulación de un modelo de Estado que integre a las organizaciones que hoy aparecen como débiles frente a los oligopolios que se proponen como herederos del monopolio.
La profundización de lo que la Ley establece debe construirse con participación, alentando la interdisciplina, lo plural, lo multisectorial como lo hiciera en 2003 la Coalición por una Radiodifusión (hoy Comunicación) Democrática. Una locura de hace 30 años que el 99.9 de las instituciones de la democracia definió que tenían razón, que la Ley es constitucional y que el fallo por unánime, es inapelable.



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